martes, 24 de marzo de 2020

Al dedal naranja



- Al dedal naranja belicoso 
que en pedazos cortó nadas
 y lo hizo ciar con un no. -


Muchas horas malgastadas.
Días herméticos y noches hondas.
Un sistema que tambaleó.
Tiempos confiados que se desvanecieron.

Cuando el espíritu se contenta se funde en oro y no se deja juzgar.
Si el viento cambia, se echa a volar con fuerza y juega con las sonrisas.

Si erramos en el camino, su mueca se hace fría y el mundo se descascara.
Cuando llega el momento de perder, claridad no es caridad.

Así estaba hasta que dedicó unas líneas al dedal naranja que lo zurció.

Testarudo como siempre, creyó encontrar un camino.
Nunca fácil, nunca cerca. Nunca solo, hoy invasor.

Lo completó un canto de voces agudas.
Historia difícil como la revolución.
Vivió riendo, durmió gritando de felicidad.
Despertó raudo hacia una victoria clara.

Con las semanas, volvió el alma, y ella también volvió con vida.

¿Sale el sol de noche? Claro que si.
Salió cada vez que al dedal naranja se le ocurríó.

Deslizó al viento su más puro cariño y
creyó entender de qué se trató lo vivido.

Los premios no son regalos, se ganan en circunstancias de sacrificio.
Y si uno así se identifica, el premio tardará en llegar.
Si se detiene a pensar, la espera se hará incesante.
Si no espera nada, nada podría tener valor.
Si tarda en llegar el sueño, es fácil que llegue con su propia canción.

Tanta ternura no entró en un cuento. Tanta esperanza lo embelesó.

Las nuevas tretas del mundo viejo trajeron golpes que no esperaba.
Si su error fue ser de plomo, disparando al tiempo
 cumpliría con honor su rol.

No hubo remedio en la distancia.
Lo consumió el miedo de volver a verse así.
Pero entendió que las batallas no consiguen nada,
es la memoria que se prolonga la que hace gestas originales.

Y así empezó a disputar espacio,
con su mente recuperada y un corazón ganador.

¿Cuánto puede costar abandonar la misión?,
pensó en el momento en que el dedal cayó.

Podría romperse como rompió el tiempo.
Puede saber que no quiere más dos.
Puede pasar que pase de nuevo, que pase de todo,
que pase yo, como me pasó.

Entiendo que al dedal naranja su tarea se le hizo ardua.
Siempre en la mano y con una instrucción.
Un movimiento que no conforma, porque su brillo se oculta al mundo,
porque en un dedo no cabe Dios.

Tal vez el mundo siga girando. Dudo que pueda prestar atención.

Mientras su cuerpo siga existiendo, levantar las migas, secar nostalgias,
volver al ruedo y entrenar la visión, abrirse siempre con alas blancas,
porque las negras ya las cambió.

Cantarle al dedal naranja cada noche con su emoción.
Buscar la vida donde se encuentre.

Confiar en la fuerza que crea su amor.

Dejar que al dedal naranja, que regaló sin temores toda su ilusión,
se le presente algún día el sueño,
para unirse de nuevo al dedo,
mutar haciendo y vivir mejor.











  

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